miércoles, 17 de octubre de 2018

TAREAS

    





     Pongo esta sección para dejaros tareas que deberéis hacer y tendrán una calificación. Sin duda, será la sección que menos os guste.


     OCTUBRE: Hola, chicos!!! Antes de que se nos vaya octubre, dejo en la sección "Literatura" un vídeo sobre las etapas de la Literatura. Recordad que nosotros empezamos en la Medieval. Espero que os resulte ameno (muchas caritas sonrientes)

   NOVIEMBRE: 

-  Debéis mirar en la sección "Literatura" los enlaces que he dejado sobre el teatro medieval y los problemas que plantea La Celestina, ya sabéis, ediciones, autor y género

- En "Literatura" miráis el enlace sobre el teatro barroco.

- Tarea de morfología para todos: soledad, liberalismo, resolución, paupérrimo, inquietantes, hubieran dicho, soleadas, retroalimentación, más, varias, desconcertante, orquesta, hubieran vuelto. Se corregirá una cada día en clase.

 - Tarea extra para los que no han superado la morfología: comentar morfológicamente las siguientes palabras: introvertido, reconstituyentes, habían dormido, os, contigo, probablemente, hipercalórico, sus, pero, previsible. Las iréis haciendo en el blog, en los comentarios de esta sección y yo os las corregiré.

- En la sección "Literatura" vemos las imágenes sobre el arte barroco que os dejé y también las imágenes del corral de comedias.


ENERO:

Lecturas voluntarias para el 2º trimestre:


1. "Otra vuelta de tuerca", Henry James
2. "El sabueso de los Baskerville", A. Conan Doyle
3. "Cumbres borrascosas", E. Bronte



En la sección "Textos", debéis mirar los elementos de cohesión textual y los dos ejemplos que os he dejado de cohesión textual.

En la sección "Textos" debéis mirar todo lo relativo a la coherencia textual que os he dejado.




FEBRERO


Me convenció de su opinión con argumentos
Envié un mensaje a mis abuelos el jueves
Se mostraron descontentos con la decisión todos los empleados
Mi vecina se esfuerza mucho siempre en todo
Juan está en Londres de vacaciones
Se necesita alojamiento  de calidad
Este mes os visitaré con mis amigos
Te pareces mucho aj tus primos
Comió demasiada paella con marisco


ABRIL

Mirar en la sección "Literatura" lo que os he dejado sobre Manrique.


MAYO

Dejo en la sección "Aprender" la teoría sobre la oración compleja






POESÍA





 
 
 

    Nunca puede faltar la poesía en nuestro blog, porque el desarrollo de la sensibilidad estética y las emociones, como he dicho ya en otra sección, es uno de los objetivos fundamentales de la clase de Lengua y Literatura.
    Así pues, en esta sección podemos dejar  poemas propios para compartir y, por otro lado, yo os iré poniendo aquellos que más me gustan a mí, para disfrutar de los grandes poetas de nuestra Literatura.
 


    
     Hoy quiero compartir un poema de la nueva poesía que se hace en el Instagram y está resultando todo un fenómeno de ventas en las librerías. Es una poesía  fruto de una nueva época, de los avances tecnológicos y del éxito de las redes sociales como instrumento de comunicación.  Por otro lado, refleja las preocupaciones de los jóvenes de hoy, tales como el amor y el desamor, o las reivindicaciones del feminismo:




SOMOS MUJERES  de Elvira Sastre

Miradnos.
Somos la luz de nuestra propia sombra,
el reflejo de la carne que nos ha acompañado,
la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.
Somos el azar de lo oportuno,
la paz que termina con las guerras ajenas,
dos rodillas arañadas que resisten con valentía.
Miradnos.
Decidimos cambiar la dirección del puño
porque nosotras no nos defendemos:
nosotras luchamos.
Miradnos.
Somos, también, dolor,
somos miedo,
somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro
que pretende marcar un camino que no existe.
Somos, también, una espalda torcida,
una mirada maltratada, una piel obligada,
pero la misma mano que alzamos
abre todas las puertas,
la misma boca con la que negamos
hace que el mundo avance,
y somos las únicas capaces de enseñar
a un pájaro a volar.
Miradnos.
Somos música,
inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,
luz en un lugar que aún no es capaz de
abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,
porque la belleza siempre cegó los ojos
de aquel que no sabía mirar.
Nuestro animal es una bestia indomable
que dormía tranquila hasta que decidisteis
abrirle los ojos con vuestros palos,
con vuestros insultos, con este desprecio
que, oídnos:
no aceptamos.
Miradnos.
Porque yo lo he visto en nuestros ojos,
lo he visto cuando nos reconocemos humanas
en esta selva que no siempre nos comprende
pero que hemos conquistado.
El feminismo busca la igualdad entre ambos sexos. He visto en nosotras
la armonía de la vida y de la muerte,
la quietud del cielo y del suelo,
la unión del comienzo y del fin,
el fuego de la nieve y la madera,
la libertad del sí y el no,
el valor de quien llega y quien se va,
el don de quien puede y lo consigue.
Miradnos,
y nunca olvidéis que el universo y la luz
salen de nuestras piernas.
Porque un mundo sin mujeres
no es más que un mundo vacío y a oscuras.
Y nosotras
estamos aquí
para despertaros
y encender la mecha.
 
 
 

OPINIÓN




 


     Inicio la sección "Opinión" porque debéis empezar ya a opinar sobre todo lo que hacéis, leéis, oís... Además, aprenderemos a hacerlo de forma argumentada, dando los motivos que justifican nuestra opinión.

    Como pongo siempre en mis blogs, hay que hacerlo con libertad, pero desde el respeto. Y, por supuesto, siempre que tengamos algo que decir.





TEXTOS

 
 
 
 
 
 
 
 
  En esta sección incluiremos textos que nos hayan gustado y deseemos compartir con los demás. Así que  os invito a  que también vosotros colaboréis, dejando  aquello que habéis leído y, por su contenido, os ha llamado especialmente la atención.
 
    Y quiero comenzar con un texto del periodista, columnista y novelista Juan José Millás, al cual admiro profundamente por su agudeza e ingenio, así como por su dominio de la palabra. Millás observa con su ojo crítico la realidad que lo rodea y la somete a su juicio, muy frecuentemente con una buena dosis de ironía. Sus columnas y, en general, sus escritos, nunca me dejan indiferente. Me hacen pensar. Espero que a vosotros también.



    LAS PALABRAS DE NUESTRA VIDA  (Resumen de un discurso  del  escritor)

    Escuchamos las primeras palabras de nuestra vida antes incluso de recibir el primer alimento, pues son tan necesarias para nuestro desarrollo como la leche materna. Por eso sabemos que hay palabras imposibles de tragar, como un jarabe amargo, y palabras que se saborean como un dulce. Sabemos que hay palabras pájaro y palabras rata; palabras gusano y palabras mariposa; palabras crudas y palabras cocidas; palabras rojas o negras y palabras amarillas o cárdenas. Hay palabras que duermen y palabras que provocan insomnio; palabras que tranquilizan y palabras que dan miedo.

     Las palabras están hechas para significar, lo mismo que el destornillador está hecho para desatornillar, pero lo cierto es que a veces utilizamos el destornillador para lo que no es: para hurgar en un agujero, por ejemplo, o para destapar un bote, o para herir a alguien. Las palabras nombran, desde luego, aunque hieren también y hurgan y destapan. Las palabras nos hacen, pero también nos deshacen. Hay palabras que matan.

                                                                                                                             Juan José Millás

EL TEXTO ARGUMENTATIVO

     El autor opina sobre un tema y aporta una serie de argumentos para convencernos de manera que opinemos como él. Estos argumentos son los siguientes:

Argumento causal: aporta una causa como argumento para defender nuestra opinión. Ejemplo: El aire acondicionado es malo para la salud porque origina multitud de enfermedades del aparato respiratorio.
Argumento mediante el ejemplo: Ponemos ejemplos que apoyen nuestra opinión. Ejemplo de argumento causal seguido de argumento mediante el ejemplo:
El aire acondicionado es malo para la salud porque origina multitud de enfermedades del aparato respiratorio como otitis, faringitis, laringitis, bronquitis, rinitis...
Argumento por las consecuencias. Puede haber dos tipos de educación, en casa  con profesores particulares y la pública en los colegios, pero el que habla defiende la pública con el argumento por las consecuencias:
Si la educación se hiciera en casa, (consecuencia)  se desarrollarían personalidades introvertidas, sin habilidades sociales.
Argumento lógico: No se puede desmentir. Ejemplo:
A mí una obra de arte, o me gusta, o me disgusta, o me deja indiferente.
Argumento analógico: compara dos realidades. Ejemplo: queremos defender que los espectáculos musicales actuales exigen atención absoluta por parte del espectador y lo comparamos con el cine mudo  que los espectadores debían seguir con absoluta dedicación si querían entenderlo.
Argumento de autoridad: Invocamos la autoridad de una persona competente en el tema del que hablamos. Ejemplo:
Según el prestigioso psicólogo norteamericano James Wilson....
Argumento irónico: Defendemos una postura, cuando en realidad queremos defender la contraria. Ejemplo: Queremos denunciar el maltrato que sufren los ancianos en las residencias y decimos:
Están muy bien los ancianos en las residencias; total, si hay una cucaracha de nada, Cucal y tan bien. Si se acaba el jabón, que se laven con lavavajillas, que no pasa nada. Y para divertirse, la visita familiar de cinco minutos del domingo y ya está. 


    


     Además, la idea  central que resume el texto es la TESIS, que se enuncia con una oración con sujeto y predicado, mientras que el TEMA se enuncia con un sustantivo o grupo sintagmático de carácter sustantivo (el respeto a los demás, la protección del medioambiente, la corrupción de la clase política...)







Ya saben que los discapacitados quieren llamarse discapacitados en vez de disminuidos. Me parece muy bien, aunque no sé si me gusta más el nuevo término. Para mí, un disminuido es una persona que tiene disminuida alguna capacidad física o mental en mayor o menor grado. Mientras que la palabra discapacitado me lleva a pensar en alguien que carece por completo de esa capacidad. La verdad, casi me suena peor. Pero si ellos se sienten más cómodos, perfecto. En cualquier caso, la nueva denominación es directa, sencilla y razonable. Cosa que, por desgracia, no suele suceder en el ámbito de lo políticamente correcto.


El lenguaje está tan pegado a la sociedad como la piel al cuerpo y, por consiguiente, refleja todos los tópicos y los prejuicios. A medida que la sociedad va cambiando también va mutando nuestra forma de hablar, y sin duda hay correcciones de antiguos barbarismos que son absolutamente lógicas y necesarias. Por ejemplo, hoy resulta vergonzoso y estúpido decir cosas como "pareces un gitano" para indicar desaliño, o "eres un judío" como sinónimo de avaricia. Desterrar este tipo de muletillas supone tener una mayor conciencia de lo que uno dice, cosa muy deseable.


Lo malo es que sobre esta revisión natural y sensata del lenguaje se ha terminado por construir un disparate. Los extremistas de lo políticamente correcto han llenado el mundo de eufemismos que son como biombos con los que se intenta ocultar y desfigurar la realidad. Es una palabrería delirante e impúdica, porque impide, precisamente, tener una verdadera conciencia de lo que se está diciendo, y eso es una obscenidad intelectual. A menudo me pregunto quiénes serán aquellas personas que se dedican a inventar las expresiones políticamente correctas más petardas, y no puedo evitar pensar que es gente que en realidad desprecia a quienes se supone que está defendiendo (incluso aunque pertenezca a ese colectivo). Esas tonterías de la tercera edad o de los afroamericanos, por ejemplo, ¿no ocultan cierto asquito a los ancianos, cierto desdén hacia las pieles oscuras? ¿Y por eso les parecen feas las exactas y hermosas palabras viejo y negro? Es la dictadura de los acomplejados y los necios.


                                                                        Rosa MONTERO


El portavoz de las raíces


Ha muerto el portavoz de Castilla. Quizás la ciencia consiga algún día que las buenas cosechas no dependan de la suerte ni del pedrisco. Quién sabe si los precios agrarios y la contaminación de los ríos ya no se someterán nunca a debate en las cantinas. Pero cuando todo resulte tan distinto, la imagen universal de Castilla seguirá arraigada en Miguel Delibes; y se comprenderá que el presente --cualquiera que sea el presente en ese momento-- continuará hundiendo su raíz en el monte donde Lorenzo bajaba unas perdices, en la sabiduría natural del señor Cayo y en la tenacidad díscola del difunto Mario, porque nada habrá descrito mejor esa tierra que el lenguaje preciso y seco de estos personajes.

La literatura de Miguel Delibes sirvió siempre para narrar la triste suerte de los castellanos, que el régimen de Franco no le permitía contar en El Norte de Castilla. El periódico vallisoletano había recuperado poco a poco bajo la dirección de Delibes (1958-1963) la línea liberal, agraria y castellanista que la dictadura arrebató a la publicación tras la Guerra Civil. Delibes ideó los suplementos Las cosas del campo y Ancha es Castilla, y acometió campañas informativas en favor de los intereses castellanos: Creación y mejora de escuelas, En defensa del arte castellano, En defensa de la Universidad de Valladolid...; y una insistencia de 10 años en favor del Plan de Tierra de Campos, y la necesidad de dignificar la vida de los municipios castellanos, y de elevar el precio del trigo, y de elaborar un plan social para los pueblos.

José Francisco Sánchez cuenta con detalle y con documentos en el libro Miguel Delibes, periodista (Destino, 1989) estas y otras valentías, así como los enfrentamientos que el entonces director de El Norte sostuvo con los sucesivos ministros de Información, entre ellos Manuel Fraga.

Y no hay que olvidar que en aquel tiempo los directores de periódico dependían de la Dirección General de Prensa, ni que la censura vigilaba cada rincón de una página. Delibes no pudo mantener por más tiempo su pulso con el Gobierno y se refugió de lleno en la literatura. Los censores acabaron, pues, escribiendo derecho con renglones torcidos, porque el novelista que ya había ganado el premio Nadal (1948) se adentró aún más en los problemas y en las gentes, y halló un lenguaje y un sentido que se hizo universal, y vadeó así las tijeras represoras para dar a luz Las ratas o Viejas historias de Castilla la Vieja... Y al final su talento y sus novelas alcanzaron un efecto todavía mayor que sus censurados criterios periodísticos.

Álex GRIJELMO

Elogio de la lectura y la ficción

Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.

La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julien Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez.

Mario Vargas Llosa

El castellano nació en Burgos

El primer testimonio escrito del castellano retrocede dos siglos atrás en el tiempo, del XI al IX, y viaja de La Rioja a Castilla y León. Así lo demuestra un estudio sobre los manuscritos de Santa María de Valpuesta (Burgos), que cuenta con la bendición de la Real Academia Española (RAE) y que, en la práctica, dinamita el ya cuestionado mito de las Glosas Emilianenses como primer texto y San Millán de la Cogolla (Rioja) como cuna del castellano.

La investigación acredita que en este monasterio de Valpuesta, a noventa kilómetros de la capital burgalesa, se encontraron los documentos más antiguos (del siglo IX) que incluyen términos en castellano, en oraciones en las que el latín iba desapareciendo y se apreciaba el orden lógico del nuevo idioma. Estos escritos eran conocidos como Cartulario de Valpuesta y el historiador clásico y de referencia de la lengua, Ramón Menéndez Pidal, ya los mencionaba en su estudio Orígenes del Español. Sin embargo, la presencia de falsificaciones entre los más antiguos, con las que los monjes simulaban tener privilegios reales que, en verdad, nunca les habían sido dados, hizo que los estudiosos miraran con desconfianza todo el conjunto de legajos.

Ahora filólogos y paleógrafos del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua han apartado las falsificaciones –tres en total– y han acreditado la validez de los 184 documentos restantes. La RAE ha coeditado en dos lujosos volúmenes, Los becerros góticos y Galicano de Valpuesta, que recoge el estudio, con una tirada de 2.500 ejemplares. La presentación tendrá lugar el próximo 12 de noviembre en la sede de la Academia en Madrid. Su vicedirector, José A. Pascual, da por seguro en el prólogo «el consenso entre filólogos e historiadores, en cuanto a que acerca mucho el trabajo a lo que se entiende por definitivo».

Los fondos de Valpuesta constan de ocho documentos del siglo IX, treinta y nueve del X, cuarenta y nueve fechados en el XI, noventa en el XII y uno del XIII, y consisten, sobre todo, en escritos que registran donaciones de bienes materiales (ganado, tierras o enseres) de particulares al monasterio a cambio de bienes espirituales como un entierro en su suelo o misas en su memoria. Los escribientes de aquella época intentaban plasmar los acuerdos en latín.

Pero Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y filólogo, señala que ese latín «estaba tan alejado de la rectitud, presentaba un estado tan evolucionado o corrompido» que, asegura, «se puede concluir que la lengua de los becerros de Valpuesta es una lengua latina asaltada por una lengua viva, de la calle y que se cuela en estos escritos».

El hallazgo tiene repercusiones políticas y académicas. Valpuesta adquiere una nueva dimensión legitimadora para Castilla y León, comunidad invitada este año en la prestigiosa Feria del Libro de Guadalajara y a ella asiste como lugar de origen de la lengua común. Un título que todavía ostenta La Rioja gracias a las anotaciones manuscritas de San Millán de la Cogolla en las que se halló el considerado hasta hoy como primer testimonio del romance hispánico.

 La lengua polifónica

La anciana está tejiendo en un pequeño telar, sentada en una sillita, en uno de los extremos del enorme bohío de suelo de madera brillante –al parecer, el salón de baile de la pequeña localidad inmersa en la frondosa selva– en una de las orillas del canal, o mejor los canales, del Tortuguero, en Costa Rica. De esto hace más de veinte años. Es uno de mis primeros viajes a la América que habla español, y estoy charlando con esa mujer, que me cuenta algunas cosas a propósito del lugar, de los huevos de tortuga, tan sabrosos, de los pequeños caimanes que llevan a su cría sobre el lomo, de los monos aulladores, del tráfico fluvial que convierte los canales en imprescindibles vías de comunicación.

Me sorprende su español, en el que la riqueza léxica muestra palabras para mí castizas, y hasta arcaicas –me trata de vos– junto a otros vocablos cuyo sentido tengo que adivinar –llama lagartos a los pequeños caimanes– igual que me sorprende la música que hace resonar su discurso, el modo de pronunciar las erres, las cadencias del fraseo. El momento, el esplendor solar convertido en una luz suave gracias al gigantesco arbolado y remansado en la solemne penumbra del bohío, la humedad que enaltece los aromas, quedan en mi recuerdo envolviendo ese español nuevo, diferente, que fluye de la boca de la mujer.

Ya por entonces, tanto en España como en América, he escuchado hablar mi lengua con otros tonos, y me he encontrado con vocablos desconocidos y estructuras lingüísticas extrañas a las de mi costumbre, sin detenerme a reflexionar sobre ello; pero es ahora, conversando con esta anciana, cuando se me revela que lo que ella habla no es un español secundario, alterado por la distancia de un supuesto núcleo canónico, sino mi propio español, mi lengua segura, aunque con otra melodía y algunos rasgos que, en la diferencia, muestran precisamente su personalidad y su autenticidad.

En la época de la que hablo he leído con atención y gusto a los escritores de lo que conocimos como boom latinoamericano –varios acabarán convirtiéndose en clásicos vivos de nuestro idioma– y he advertido las peculiaridades que le dan a su prosa su inconfundible identidad. Pero es a través de las palabras de esta mujer del pueblo cuando comprendo que mi lengua ya no tiene un único lugar de referencia, que puede ser la misma y presentar otra melodía, e incluso un léxico donde convivan pacíficamente lo habitual y lo ajeno, en tierras para mí muy lejanas. […]

Con los años he recorrido muchos lugares de Iberoamérica, he vuelto a tener gustosas conversaciones con hablantes populares, y me sigue asombrando, con el deleite de compartir lo más hondo de ese patrimonio, la variedad de registros melódicos y la riqueza de los vocabularios. Los hispanohablantes nunca seremos capaces de abarcar todas las músicas de nuestro idioma, ni todo el léxico que lo enriquece. La fragmentación comunitaria ha favorecido la existencia de muchos reductos regionales, y en ellos surgen espacios verbales donde la intimidad, la familiaridad, ofrecen nuevos registros de un al parecer infinito panorama de modulaciones del español.

Es una fecunda historia de hibridaciones, que van haciendo nacer nuevos retoños sobre el tronco firme de unas estructuras lingüísticas compartidas por todos. Por eso me gusta referirme a las melodías y los frutos de nuestra lengua. Hoy ya nadie puede presumir de hablar eso que antes se llamaba "el mejor español", porque el mejor español, ya polifónico, está disperso por el ancho mundo.

José María Merino

 Cuando en el año de 1968 arreciaban los vientos de la literatura críptica crecida al amparo de la Nueva Novela francesa y de los últimos codazos de la literatura del absurdo, un escritor y periodista colombiano lograba poner patas arriba la narrativa en lengua española con una novela que venía a recompensar a los pacientes lectores por tanto texto incomprensible y estomagante como habían debido tragar hasta entonces.

Cien años de soledad anunciaba el regreso de la literatura narrativa, era la apoteosis del arte de contar historias, unas historias tremendas y abracadabrantes en las que había personajes, como Remedios la bella, que ascendían en vida a los cielos, cual si fueran la Virgen, o en la que la sangre de un asesinado se echaba a correr por las calles, como dotada de vida propia, remontando cuestas y muros, para ir a dar cuenta de esa muerte.

La descripción exuberante del mundo rural de la costa colombiana se convertía en una metáfora de una relación del hombre con el mundo cifrada todavía en clave de leyenda, de mito. La literatura latinoamericana se convertía en buque insignia de la literatura en lengua española y, gracias a ella, los lectores de España nos reencontrábamos con nuestra propia tradición literaria. Porque en la prosa de Gabriel García Márquez, además de la musicalidad del habla colombiana y de la presencia de una naturaleza ubérrima y tremenda, late la antigua sabiduría del Siglo de Oro, su música, su deslumbrante uso de la palabra.

Con Cien años de soledad se pusieron en circulación dos conceptos que fueron acogidos con gran entusiasmo por la totalidad de la crítica. El primero fue el de "literatura del boom", que nombraba el conjunto de autores latinoamericanos que deslumbraban al mundo. El segundo era el "realismo mágico", con el que se pretendía definir la novedosa mezcla de fantasía y realismo que daba forma a buena parte de esa literatura y, en especial, a la de Gabriel García Márquez.

Quizá el personaje de Cien años de soledad que mejor representa esa extraña y fascinante mezcla sea el del gitano Melquíades, quien traía las novedades del progreso a los asombrados habitantes de Macondo.

Unas novedades que eran ya antiguallas, como el imán, pero que sonaban a último grito en aquel mundo perdido, y que además tenían siempre algo de prodigio sobrenatural. En el caso del imán, al desenterrar y arrastrar con su poderosa e invisible fuerza las armaduras de los antiguos conquistadores que hasta entonces habían permanecido sepultadas por el tiempo.

La novela de Gabriel García Márquez levantó en su momento recelos y envidias entre algunos escritores de España, pero a la gran mayoría de sus lectores nos reconcilió con nuestra lengua y su prestigio devolvió un indudable protagonismo internacional a la literatura escrita en español. No es raro que fuera en la figura de su autor que se premiara con el Premio Nobel aquel boom literario.

José M. Fajardo

La fuerza de las palabras

Al margen de los juegos de manipulación que tiran de ellas, que las tironean con intención de cambiarlas, las palabras tienen una vida apasionante. Una vida que retiene las huellas del pasado al tiempo que mira hacia el futuro,porque, aunque hay palabras como nube, cielo, agua, mar, amor, vida, muerte, noche, día o luna que parecen haberse mantenido inalterables a través de los siglos, lo normal es que de vez en cuando el léxico nos recuerde que las lenguas viven en un proceso de cambio que nunca acaba.

Cíclicamente y empujados por estímulos variados, los hablantes necesitamos adoptar palabras nuevas y crear o copiar otras. No hace tanto tiempo modas rabiosas, que luego resultaron pasajeras, y adelantos técnicos modernísimos entonces nos trajeron palabras como guateque, cuchipanda, elepé, pickup, aeroplano, tomavistas o magnetófono, que hoy sirven para dar nombre a los recuerdos. Bastantes años antes la moda de lo gitano popularizó chipén, postín, fetén y gachí y, entre los nombres de las prendas de vestir, llegaron para quedarse algunos anglicismos, como jersey, mientras pullover fue languideciendo como ahora languidecen los galicismos petimetre, rendibú o patatús.

La experiencia humana está construida sobre palabras, pero solo algunas se perciben como propias, de casa, de la infancia, de la juventud, de amigos, y las hay que envejecen unidas al recuerdo de determinadas personas, a los afectos o a las circunstancias de una época. Por eso, con los años, los hablantes adquieren conciencia de que también por sus palabras ha pasado el tiempo, palabras con olor y sabor especialmente pegadas a la tierra de origen. Y una lengua como el español, que ha extendido sus palabras por el mundo y ha tomado muchas de las hablas y las lenguas cercanas, se presta como pocas a desentrañar este tipo de afectividad léxica, porque atesora palabras aragonesas como ababol 'amapola', noroccidentales como apañar 'coger fruta', manchegas como cucar 'guiñar un ojo', etcétera; muchas refugiadas en América, como chinela, frazada, dulcería; en Andalucía, como alcaucil; en Canarias, como zorrocloco; palabras que van y que vienen, como los cantes, para realimentar entre sí las distintas variedades de español.

En los últimos años muchas obras especializadas, entre ellas muy buenos diccionarios, se esfuerzan en acercar el conocimiento del español a sus hablantes. Volver la vista sobre cómo las palabras han pasado por sus vidas les da la posibilidad de reflexionar sobre los cambios que su lengua ha experimentado en ese tiempo. También constatar que no todo son palabras moribundas y olvidadas o palabras nuevas, que las palabras tienen una capacidad insospechada de aumentar las posibilidades con las que nacieron. Sabemos que históricamente la relación entre palabra y cosa ha podido llegar a transformar en cotidiano algo que en origen era casi mágico, por eso, por ejemplo, en España llamamos grifos a las llaves de metal de las cañerías, por aquella antigua costumbre de hacerlas en forma de animal que echaba agua por la boca... Grifo, del griego el "animal fabuloso con forma de águila de medio cuerpo para arriba, y de león de medio cuerpo para abajo". Y no hay más que ver con qué naturalidad algunas palabras tradicionales –ratón, pantalla, navegar, colgar– han ampliado su significado para adaptarlo a las más recientes necesidades informáticas.

                                                                        Pilar García Mouton

Unidad hispanoamericana

Frente a la diversidad inevitable del habla popular y familiar, el habla culta de Hispanoamérica presenta una asombrosa unidad con la de España, una unidad sin duda mayor que la del inglés de los Estados Unidos o el portugués del Brasil con respecto a la antigua metrópoli: unidad de estructura gramatical, unidad de medios expresivos. Y en la medida en que la lengua es –según la fórmula de Guillermo de Humboldt– el órgano generador del pensamiento, hay que admitir también una unidad de mundo interior, una profunda comunidad espiritual. Si el hombre está formado o conformado por la lengua, si la lengua es la sangre del espíritu, si el espíritu está amueblado con los nombres infinitos del mundo, y esos nombres están organizados en sistema –es decir, implican una concepción general, una filosofía–, hay que admitir no solo una unidad de lengua hispánica, sino una unidad sustancial de modos de ser. ¿No es esto lo que Ortega y Gasset llamaba repertorio común de lo consabido? La unidad social –decía–, por encima de las fronteras políticas, la da el conjunto de cosas consabidas, el tesoro común de formas de vida pasadas que forman la inexorable estructura del hombre hispánico.

Yo me inclino a creer que esa unidad es mayor hoy que en 1810, cuando grandes porciones del

continente vivían apartadas hasta de sus propias capitales. Pienso ahora en tres escritores representativos: Alfonso Reyes, Mariano Picón-Salas, Jorge Luis Borges. Claro que los personajes de Doña Bárbara o de Don Segundo Sombra o de Pedro Páramo usan expresiones incomprensibles para el lector general. Pero también las usan los personajes de Cervantes o de Quevedo, sin mencionar los del rico costumbrismo español. Es verdad que la prosa de Alfonso Reyes tiene algunos mejicanismos. Pero a la de Ortega no le faltan madrileñismos. Las dos proclaman la unidad de una lengua culta que es –digámoslo con términos de Andrés Bello– medio providencial de comunicación y vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes.                              Ángel Rosenblat

 

Las verrugas del idioma

Allá en la localidad cacereña de Coria y delante de Ortega y Gasset, don Pío Baroja dejó para la posteridad la prueba de su desaliño gramatical. “No hay cosa peor —protestó— que pararse a pensar en cómo se dicen las cosas. Yo había escrito aquí Aviraneta bajó de zapatillas y ahora no sé si se dice Aviraneta bajó de zapatillas, bajó a zapatillas o bajó con zapatillas”. A don Pío le preocupó lo justo la corrección gramatical. Al Instituto Cervantes, alarmado por el deterioro en la calidad del lenguaje, le preocupa mucho. Por eso acaba de publicar Las 500 dudas más frecuentes del español, un texto cuyo título expone sin rodeos el propósito de sus editores. En los últimos años, probablemente desde las filípicas de Lázaro Carreter, se ha extendido la idea, un tanto extremada, de que el castellano es un idioma maltratado por sus propios hablantes

(a diferencia del inglés, maltratado generalmente por españoles y especialmente por alcaldesas). Por eso menudean los libros sobre el español urgente; de hecho, el Instituto Cervantes publicó el año pasado El libro del español correcto, que fue un modesto éxito editorial. Nadie negará la importancia de evitar el leísmo o el dequeísmo generalizado, las infames expresiones tales como el equipo ganó de dos puntos o si me queréis, irse, los plurales del impersonal haber en muchos

lugares o los usos impropios del condicional. Los esfuerzos por extirpar las verrugas del idioma siempre serán útiles, sobre todo si, como se deduce de la proliferación de libros al respecto y de sus ventas, los ciudadanos están interesados en expresarse con más precisión. Pero eso no es todo.

Porque los ácidos más corrosivos del idioma son la falsificación de las ideas, la voluntad de ocultar la realidad con las palabras o el circunloquio ambiguo. Mientras el hablante dice lo que quiere decir sin dobleces, el idioma vive, aunque sea con imperfecciones; cuando miente, inventa parodias (avance elástico sobre la retaguardia) o insulseces (está desacelerando la tasa de desempleo), el idioma languidece. Por cierto, la expresión correcta que buscaba don Pío es Aviraneta bajó en zapatillas. ¿O no?

                                                                                                          El País, 2013

Poetas del 27

Ya están mayormente alojados en la casa solar de los clásicos, donde a veces, algún que otro siglo, hay huéspedes que pasan a ser estables. Son los poetas del grupo del 27, no de la generación del 27, que es sinécdoque habitual y engañosa. Eran amigos entre ellos, unos más que otros, dispusieron de un razonable “espíritu de clan” y se autoproclamaron “nietos de Góngora" y legatarios del más inmediato Juan Ramón Jiménez. Optaron de común acuerdo por instalarse en una tradición que venía del modernismo y, un poco a instancias de La deshumanización del arte de Ortega y Gasset, propugnaron inicialmente una poesía minoritaria y aristocratizante, cuya pureza hiciera las veces de antídoto frente a las contaminaciones de la vida cotidiana, incluyendo los barrizales políticos de la dictadura de Primo de Rivera.

Pero nada de eso fue demasiado perseverante. Los poetas del 27 acabaron desdeñando los excesos ornamentales modernistas, se hicieron adecuadamente autónomos y prefirieron las filtraciones impuras antes que las normativas asépticas. Algunos se inclinaron por el neopopularismo, estilizando a su aire los aparejos realistas y, con los años, probaron suerte en la contraria parcela del surrealismo. Otros pasaron de la saludable aventura ultraísta a una suerte de neorromanticismo del que habían sido eliminados sus recursos más parasitarios. La pretensión de originalidad acentuó en muchos casos la versatilidad. A través de un eclecticismo de salón llegaron a los volubles incentivos de la calle. Releer a estos poetas eminentes vale tanto como refrendar en qué consistió el eje evolutivo de la poesía española de los últimos cuatro o cinco siglos. Ahí está recuperada una tradición y pronosticado un porvenir. Por lo que a mí

respecta, cada vez que vuelvo a mis predilectos Cernuda, García Lorca, Guillén o Salinas, también regreso con fidelidad emocionante a mi noviciado literario, cuando aprendía en La realidad y el deseo, el Llanto, Cántico o La voz a ti debida, en qué ignorado territorio de la estética estaba gestándose el significado último de la poesía. Por supuesto que las escalas de valores no son en este caso coincidentes, como no lo fueron –siempre ocurre así– las afinidades

literarias de los componentes del grupo, donde lo que prevalece a la larga son personalidades aisladas y en ningún caso un conjunto homogéneo. Pero el núcleo operativo de todos ellos, su poética razón de ser, resulta irrevocable.

En el frondoso terreno de las vanguardias de entreguerras, los poetas del 27 constituyen un ejemplo de correlación paulatina entre la vida y la obra. Si se toma como referencia la frontera de la Guerra Civil, será fácil rastrear hasta qué punto los viejos presupuestos minoritarios dejan paso a las tentativas de ir soldando con indisputable libertad experiencia y literatura. Es algo que también podría aplicarse a los grandes poetas latinoamericanos –Vallejo, Neruda, Huidobro– que coincidieron con sus contemporáneos españoles en tantas conductas humanas y literarias. Es cierto que cada uno asimiló a su manera y con desigual fortuna, lejos de cualquier uniformidad, el legado recibido. Pero todos juntos supieron enriquecerlo de manera admirable.

                                                                                     José Manuel Caballero Bonald



A MÍ, DE ADOLESCENTE, ME PROHIBIERON LAS NOVELAS

    Me llaman a veces de los institutos de enseñanza media y yo acudo, no siempre con el mismo ánimo, para explicar a los jóvenes que la lectura es ya una de las pocas actividades transgresoras en una sociedad en la que prácticamente todo está permitido. O, peor aún, en una sociedad que es muy permisiva con lo que se debería prohibir y muy prohibitiva con lo que debería permitir. Les explico que los lunes por la mañana, cuando salgo a pasear por el parque cercano a mi domicilio, veo indefectiblemente rotos los cristales de una o dos marquesinas de autobús y tres o cuatro papeleras arrancadas de sus soportes. Son destrozos llevados a cabo durante el fin de semana por jóvenes que no son capaces de expresar su malestar de otro modo. Odian el sistema y apedrean por tanto los símbolos externos de ese sistema practicando un modo de delincuencia atenuada que les compensa momentáneamente del dolor de vivir en un mundo sin salida, sin horizonte moral o laboral, en un mundo loco.
    Intento explicarles que lo que ellos toman como un acto de rebelión fortalece al sistema hasta extremos que no podrían ni imaginar. La sociedad, les explico, puede prescindir de otras personas, pero no de los delincuentes. "El delincuente -decía Octavio Paz en un ensayo de juventud -confirma la ley en el momento mismo de transgredirla". Les explico que cuando beben cuatro cervezas y arrancan de raíz ese semáforo con el que yo tropiezo el lunes por la mañana, están haciendo gratis algo por lo que les deberían pagar. Estoy convencido, les digo, de que si un día, de la noche a la mañana, desaparecieran los delincuentes, el Ministerio del Interior no tardaría ni 48 horas en convocar oposiciones para cubrir urgentemente todas esas vacantes.
    El joven, pues, que el sábado por la noche se emborracha y que al amanecer, antes de regresar a casa, llena de silicona la ranura de un cajero automático para no irse a dormir sin haber contribuido a la liquidación del sistema, no sabe hasta qué punto está contribuyendo a reproducir lo que detesta. Ese chico no es peligroso; en realidad, es un funcionario que trabaja gratis para el sistema. Destroza el mobiliario urbano con el mismo gesto de rutina con el que el funcionario de Hacienda nos dice que volvamos mañana.
    Cuando digo esto en institutos difíciles, aunque también en los de clase media, los chicos se quedan lógicamente sorprendidos. Les explico a continuación, porque así lo creo, que el joven verdaderamente peligroso es aquel que un viernes o un sábado por la noche se queda en casa leyendo Madame Bovary. Por lo general, no saben quién es madame Bovary, pero he comprobado  que les suena bien, por lo que no suelo cambiar de título.
    Ese individuo que se queda a leer Madame Bovary, les aseguro, es una bomba. ¿Por qué?, noto que me preguntan con la mirada. Porque la realidad, les explico, está hecha de palabras, de modo que quien domina las palabras domina la realidad. Ellos dudan, claro, porque miran a su alrededor y no acaban de ver la relación entre la realidad y las palabras. Entonces les recuerdo el cuento aquel de Andersen, El rey desnudo, o El traje nuevo del emperador, según la traducción. Todos ustedes lo conocen. No me digan que no les resulta sorprendente el éxito de ese relato si consideramos que se narra en él la historia de un pueblo que ve vestido a un señor que va desnudo. Parece una historia inviable por inverosímil, pero lleva años cautivando a niños y a mayores de todas las nacionalidades. ¿Por qué?, me pregunto en voz alta delante de los alumnos a los que intento convencer de las bondades de la lectura. Pues porque lo que ocurre en ese cuento, respondo tras unos segundos de tensión teatral, es lo que nos ocurre cada día desde la noche a la mañana a todos y cada uno de nosotros: que salimos a la calle y vemos lo que nos dicen que veamos. Si la orden de ese día es ver al Rey vestido, lo veremos vestido, aunque vaya en pelotas. En otras palabras, vemos lo que esperamos ver. Y esto es así de simple y así de espectacular. Las palabras son generadoras de realidad. Y la ausencia de palabras también. Por eso invito siempre a los alumnos a preguntarse hasta qué punto es real la realidad.




LA COHESIÓN TEXTUAL

 

    Consiste en enlazar adecuadamente todas las oraciones del texto, lo cual dota de unidad al conjunto y convierte una redacción infantil en una redacción madura Para ello, es necesario usar adecuadamente los "elementos de cohesión textual", "marcadores discursivos", "ordenadores del discurso"..., entre los cuales señalo los siguientes por ser los más utilizados, aunque hay muchos más:

 
    Elementos de cohesión textual: los marcadores discursivos y ordenadores del discurso

 
- Los que expresan idea de suma (y, también, además, asimismo)
-Los que expresan una objeción a lo dicho previamente (aunque, pero, pese a que, sin embargo, no obstante)
- Los que expresan consecuencia (en consecuencia, por tanto, así pues, entonces)
- Los que expresan tiempo (cuando, luego, entonces, al + infinitivo, hasta que)
- los que expresan conclusión (en resumen, en definitiva, en suma, en conclusión)
- Los que expresan finalidad ( para que, para + infinitivo, para ello)
- Los que expresan causa (porque, pues, puesto que, ya que)
- Los que expresan una confirmación de lo dicho anteriormente (en efecto, ciertamente, sin duda)
- Los que ordenan lo que se cuenta (en primer lugar, a continuación, finalmente)
- Los que sirven para ejemplificar o explicar (por ejemplo, o sea, esto es, es decir)
-Los pronombres y adverbios relativos (que, el cual, la cual, los cuales, las cuales, donde, cuando, quien, quienes)
    También los signos de puntuación utilizados adecuadamente son un elemento de cohesión textual.
    Y recordad: tras la mayoría de los elementos de cohesión textual hay que poner una coma.
 
Práctica
 
Texto 1: Redacción escolar
 
    Dos niños jugaban en el jardín, su madre descansaba en una tumbona, encontraron un globo, uno de ellos comenzó a hincharlo mucho, salió volando cogido al globo, pidió ayuda a su hermano, este fue a por colchonetas, las colocó en el suelo, el hermano aterrizó, no se hizo daño, la madre no se enteró de nada.
 
Texto 1: Corrección utilizando los elementos de cohesión textual
 
Dos niños jugaban en el jardín mientras su madre descansaba en una tumbona. Después de un tiempo, encontraron un globo y uno de ellos comenzó a hincharlo hasta que salió volando cogido al globo. Entonces, pidió ayuda a su hermano, el cual amontonó colchones y los colocó en el suelo. En consecuencia, el hermano pudo aterrizar sin hacerse daño. Afortunadamente, su madre no se enteró de nada.
 
 ACTIVIDAD

    Os dejo un texto de Naturales para poner los elementos de cohesión textual.


Texto 2: Redacción escolar  de Naturales

    La mayoría de las células de nuestro organismo son muy pequeñas, solo pueden verse con microscopio, existe gran diversidad de tamaños celulares. las formas son muy variadas, todas proceden de una célula inicial, llamada cigoto, el cigoto se divide sucesivamente, las primeras células resultantes del cigoto son todas iguales, se especializan en una función específica, las células se agrupan formando los tejidos, los tenidos se agrupan en cuatro tipos: epitelial, muscular, nervioso y conectivo.

Texto 2: Corrección utilizando los elementos de cohesión textual

    La mayoría de las células de nuestro organismo son muy pequeñas, por lo cual solo pueden verse con microscopio. No obstante, existe gran diversidad de tamaños celulares y sun formas son muy variadas, si bien todas proceden de una célula inicial, llamada cigoto. El cigoto se divide sucesivamente y, aunque las primeras células resultantes son todas iguales, sin embargo, se especializan en una función específica. Además, las células se agrupan formando los tejidos, los cuales, a su vez, se agrupan en cuatro tipos: epitelial, muscular, nervioso y conectivo.

    Ahora el texto de Naturales se entiende mucho mejor, ¿verdad?





LA COHERENCIA TEXTUAL  (Copiado de Internet porque me gustó pues es sencillo y claro)



La coherencia es la propiedad del texto que permite que sea interpretado como una unidad de información, percibida de una forma clara y precisa por el receptor. La coherencia se construye mediante la selección y organización de la información, y por el conocimiento que comparten el emisor y el receptor sobre el contexto o la realidad que les rodea.

Es decir:

  • Selección de la información. Elegimos lo que queremos decir o escribir y lo que no, teniendo en cuenta el tema del que tratamos y lo que pretendemos comunicar.
  • Organización de la información. Tenemos muchas ideas en la cabeza, pero, después de seleccionar lo necesario, hay que organizarlo de alguna manera para que el o los receptores de nuestro texto comprendan qué queremos transmitir.
Para conseguir la coherencia textual hay que tener en cuenta:
•   La unidad temática. Todos los enunciados giran en torno a un tema, es decir, se relacionan unos con otros y no debe haber contradicciones.
Observa el siguiente texto:
* El día comenzó con un cielo despejado. Había todavía charcos de agua de la lluvia del día anterior. La carretera estaba desierta y la chica abrió su bolso y sacó la llave. Nadie sabía qué ocurría en la casa. Había algunas nubes, pero el ladrón siguió trepando por la pared. Así que terminé la cena y me puse a ver la tele.
Como es evidente, carece de unidad temática porque resulta imposible identificar de qué trata: ¿Un parte meteorológico? ¿Una mujer perdida en una carretera? ¿Una historia de misterio? ¿Un robo? ¿Un día en la vida de un adolescente?
•     Una estructura interna lógica. Las ideas aparecen ordenadas y jerarquizadas; deben seguir algún criterio de ordenación, por ejemplo, hay ideas más generales o importantes que otras.
•     Corrección gramatical y léxica. Se consigue mediante:
 -    El significado apropiado de las palabras: no debe haber contradicción entre el significado de las distintas palabras que aparecen relacionadas.
 -    El uso correcto de nexos y enlaces oracionales: estos elementos tienen como función unir palabras u oraciones (conjunciones, preposiciones, locuciones).
 -    La ausencia de expresiones incoherentes, denominadas anacolutos: consisten en la falta de coherencia en la construcción sintáctica de los elementos de una oración (sujetos falsos, errores de concordancia, incorrecciones léxicas, etc.) Se consideran anacolutos las construcciones del tipo:
Sujeto falso: * Yo me parece que no voy a ir1.   
La forma correcta es:   A mí me parece que no voy a ir. ( Y "a mí" no es el sujeto, porque no concierta con el verbo en persona.)
Errores de concordancia: * En la fiesta hubieron muchos invitados.   
Lo correcto es:   En la fiesta hubo muchos invitados.
* A tus amigos le gusta el fútbol.
Debe decirse:   A tus amigos les gusta el fútbol.
Incorrección léxica: * La fotosíntesis es cuando una planta utiliza la energía de la luz para transformar la materia inorgánica en materia orgánica.  
Se debe decir:    La fotosíntesis es el proceso por el que una planta utiliza la energía de la luz para transformar la materia inorgánica en materia orgánica.
Podemos resumir lo que hemos dicho con el siguiente cuadro:

COHERENCIA
Textos orales y escritos
INFORMACIÓN
TEMA
ESTRUCTURA
CORRECCIÓN
  • Seleccionar lo que queremos comunicar.
  • Organizar la información de acuerdo con nuestro propósito.
  • Unidad temática de todos los enunciados. Un eje temático, sin  desviarnos de nuestro objetivo.
  • Lógica de los enunciados, sin que existan contradicciones.
  • Orden y jerarquía de las ideas, desde las más generales a las particulares.
  • Gramatical: hay que tener en cuenta las normas gramaticales de la lengua empleada.
  • Léxica: debemos emplear un léxico, variado, preciso y adecuado a la temática del texto.

 


 
ELEMENTOS DE LA COHERENCIA TEXTUAL (Resumidos por mí)



 - Tema central.
- Progresión temática.
- Enunciados que no se contradigan entre sí.
- Cohesión textual a través de los elementos de cohesión textual (conjunciones, marcadores discursivos...) y la correcta puntuación del texto. La cohesión textual contribuye a la coherencia del texto.




Documento sobre la coherencia y la cohesión textuales con ejemplos comentados:


https://docs.google.com/document/d/1m2nhM7qYP5Q1n-YHC4RxOicNTbzGmtOEw7Gp96SqSVE/edit?usp=sharing